sábado, 3 de marzo de 2012

«El resplandor inmaculado» «The Immaculate Radiance»

Testamento final de Longchenpa, el maestro Dzogchen del siglo XIV:

En un cielo nocturno sin nubes, la luna llena, «el Señor de las Estrellas», está a punto de salir. [...]
El rostro de mi compasivo señor, Padmasambhava, me atrae hacia delante, irradiando su tierna bienvenida.

Mi gozo en la muerte es muchísimo mayor que el gozo de los mercaderes al ganar vastas fortunas en el mar, o los señores de los dioses que se jactan de su victoria en la batalla; o el de aquellos sabios que han entrado en el trance de la perfecta absorción.

Así, tal un viajero que se echa al camino cuando llega el momento de partir, no permaneceré más en este mundo, sino que iré a morar en la fortaleza de la gran dicha de la ausencia de muerte.
Esta vida mía está acabada, mi karma se ha agotado, el beneficio que podían hacer las oraciones se ha gastado, todas las cosas mundanas han llegado a su fin, el espectáculo de esta vida ha terminado.

En un instante reconoceré la misma esencia de la manifestación de mi ser en los puros y vastos reinos de los estados del bardo; estoy próximo a ocupar mi asiento en el terreno de la perfección primordial.

Las riquezas que se encontraban en mí han hecho felices las mentes de otros, he utilizado la bendición de esta vida para realizar todos los beneficios de la isla de la liberación; habiendo estado con vosotros, mis nobles discípulos, durante todo este tiempo, la alegría de compartir la verdad me ha llenado y satisfecho.

Ahora van a terminar todas las conexiones entre nosotros en esta vida, soy un mendigo errante que va a morir como le plazca, no os entristezcáis por mí, pero seguid rezando siempre.

Estas palabras las dice mi corazón, las dice para ayudaros; pensad que son una nube de flores de loto, y vosotros, en vuestra devoción, abejas que se zambullen en ellas para libar su alegría trascendente.

Por la gran bondad de estas palabras que los seres de todos los reinos del samsara, en el terreno de la perfección primordial, alcancen el
Nirvana.
The last testament of the fourteenth-century Dzogchen master Longchenpa:
In a cloudless night sky, the full moon, "The Lord of Stars/ is about to rise ...

The face of my compassionate lord, Padmasambhava, draws me on, radiating its tender welcome.


My delight in death is far, far greater than the delight of traders at making vast fortunes at sea, or the lords of the gods who vaunt their victory in battle; or of those sages who have entered the rapture of perfect absorption.


So just as a traveler who sets out on the road when the time has come to go, I will not remain in this world any longer, but will go to dwell in the stronghold of the great bliss of deathlessness.
This, my life, is finished, my karma is exhausted, what benefit prayers could bring has worn out, all worldly things are done with, this life's show is over.



In one instant, I will recognize the very essence of the manifestation of my being in the pure, vast realms of the bardo states; I am close now to taking up my seat in the ground of primordial perfection.

The riches found in myself have made the minds of others happy, I have used the blessing of this life to realize all the benefits of the island of liberation; having been with you, my noble disciples, through all this time, the joy of sharing the truth has filled me and satisfied me.


Now all the connections in this life between us are ending, I am an aimless beggar who is going to die as he likes, do not feel sad for me, but go on fraying always.


These words are my heart talking, talking to help you; Think of them as a cloud of lotus-blossoms, and you in your devotion as bees plunging into them to suck from them their transcendent joy.

Through the great good of these words May the beings of all the realms of samsara, In the ground of primordial perfection, attain nirvana.