sábado, 9 de julio de 2011

LA PIEDRA


Lo primero que adoramos fue “la piedra”, Jacob durmió sobre una venerada piedra y Raquel ocultaba piedras sagradas en su tienda. Las piedras impresionaron porque aparecían  repentinamente sobre la superficie del campo. No entendíamos la erosión ni los resultados de arar la tierra. Nos detuvimos ante las formaciones rocosas de las montañas que  se asemejan al hocico de un animal o a un rostro. Las piedras meteóricas que veíamos entrar llameantes, eran espíritus en camino a la tierra y terminamos adorando  y mostrando mayor reverencia por todas las  rocas. Todos teníamos piedras sagradas.

Respetamos  los orificios en las piedras porque eran  eficaces para curar enfermedades. Hay quienes hoy día admiramos a “la piedra”. La piedra sobre la tumba es un símbolo  de las imágenes e ídolos que esculpimos en la piedra.

La piedra se divide en dos; el alma que es  la parte que sube hacia arriba y la tierra que es la parte que permanece abajo. Masa confusa que posee los 4 elementos y  que teniendo por padre al sol y por madre a la luna   alcanza la perfección cuando el alma se fija al cuerpo.

Al separar la tierra del fuego, del aire y del agua;  la totalidad queda sin mancha. La parte no fija de la piedra se ha de separar de la parte fija y elevarse. Así preparada, la piedra ya puede ser multiplicada.
La piedra   perfecta  tiene en ella la naturaleza de las cosas minerales, vegetales y animales;  siendo    única por poseer   cuatro naturalezas: los cuatro elementos, y tres colores: el negro, el blanco y el rojo.  Si no muere quedará sóla, pero si muere,  traerá mucho fruto.